Un águila, un nopal, un encino: una patria
México cumple 224 años de haber emprendido la lucha por su independencia y desde hace 222 años su vida como país ha estado coronada por el escudo con el águila y la serpiente que adoptó José María Morelos como uno de sus símbolos en la lucha contra la corona española. En ese escudo están marcadas no solamente los símbolos de las naciones que habitaban el valle de México, sino también la biodiversidad de los territorios mexicanos.
El centro del conjunto lo ocupa el águila real, Aquila chrysaetos, una de las rapaces más presentes en las mitologías y la cotidianeidad de los habitantes de lo que hoy es México y de Norteamérica. A pesar de su importancia y de su peso en la cultura nacional, está permanentemente amenazada. Aunque la Unión Internacional para la Conservación de la
Naturaleza la considera una especie sobre la que hay pocas preocupaciones y reporta que sus poblaciones están constantes o mejorando, en México, según el Fondo Mexicano para la Conservación de la Naturaleza, su población se reduce a algunos centenares de ejemplares.
Igualmente importante es la serpiente de cascabel que pelea contra el águila. Por fortuna, desde hace ya muchos años dejó de considerársela un enviado del mal y más bien se han fortalecido los esfuerzos por conservarla y defenderla y la fascinación que despierta. En México hay varias decenas de especies de víbora de cascabel, pero todas tienen dos características sorprendentes en común: el crótalo, el cascabel que suena en la punta de su cola, y las fosas de la nariz que le permiten ver luz infrarroja y calor.
La batalla entre ambas se da sobre un nopal, una planta de la que México es el gran refugio —casi la mitad de las especies de cactáceas están presentes en nuestro país, y casi todas ellas son endémicas— y que es parte fundamental de la cultura y las tradiciones mexicanas. Se producen en México casi un millón de toneladas anuales, y se las consume de un montón de formas, además de consumirse su fruto, la tuna.
Otra planta presente en el escudo nacional, pero a la que se ha prestado menos atención, es el encino que completa la corona de laurel que envuelve al águila, la serpiente y el nopal. México es centro de diversidad del género Quercus, aunque se lo mira apenas de soslayo. Su madera tiene un enorme potencial para el aprovechamiento y es clave para un montón de productos, desde los mangos de madera hasta las vigas. Es también fundamental para la biodiversidad, pues aves y plantas epífitas encuentran en sus ramas un hogar.