¡Queremos mares vivos, no gasoductos que los maten!

 

Los mares están llenos de vida y de belleza y hoy, que es Día mundial de los océanos, es para celebrarlos y admirarlos y para aplaudir también a los pescadores y activistas que los protegen desde la costa. Hoy también —como, por lo demás, todo el año— es día de luchar contra las gaseras depredadoras que los destruyen y, al hacerlo, atentan contra todos nosotros.

El transporte de gas natural —un gas fósil y que no nos engañen: más destructivo que el dióxido de carbono— es una amenaza para todo y sus efectos ya se notan. El gasoducto Puerta del sureste, por ejemplo, se está construyendo frente a las costas de Veracruz y para seguir su trazo actual tendrá que romper el sistema arrecifal veracruzano. Con eso se perdirán todos los servicios que brinda el arrecife —amortigua el oleaje, regula las corrientes— y miles de especies marinas saldrán dañadas.

Del otro lado del país, en el Golfo de California, las terminales de licuefacción de gas que llega desde Estados Unidos y aquí se convierte en gas líquido para su exportación a Asia destruyen las costas. Los barcos en los que luego se lo carga para que atraviesa el mar estorban a los mamíferos marinos en sus migraciones, mueven especies invasoras de un lado a otro del planeta, lo llenan todo de ruido.

No queremos un sexenio del gas: queremos un sexenio de los mares, de las especies marinas, de los pescadores y de todos los que lo gozan y defienden. ¡Queremos el sexenio de los océanos!