Centro para la Diversidad Biológica
México es uno de los países del mundo con la mayor superficie de manglares, que ocupan casi un millón de hectáreas en las zonas costeras tanto del Caribe y el Golfo, como del Pacífico. Por su papel tan importante como refugio de la biodiversidad, tanto bajo el agua como al aire libre, casi tres cuartas partes de los manglares mexicanos están bajo alguna categoría de protección. Sin embargo, no dejamos de perderlos: casi la cuarta parte de este tipo tan importante de humedal se ha perdido en lo que va del siglo.
Esto es doblemente grave por la importancia de los manglares para mitigar el cambio climático y para adaptarnos a él. Se trata de ecosistemas que almacenan hasta tres veces más carbono que los bosques terrestres, pues lo acumulan en sus raíces y en el suelo tan fértil que forman bajo el agua.
Además, son un amortiguador contra los fenómenos climáticos extremos importantísimo. Esa red de raíces, de suelo fértil, de algas y plantas de mar y tierra sirve para frenar la fuerza del oleaje y defiende a las comunidades costeras frente a marejadas, huracanes y otras amenazas.
Por otra parte, es ahí donde muchas especies marinas tienen su guardería. El tejido de raíces y la abundancia de nutrientes hacen que los manglares sean un refugio ideal para muchos peces y otros animales pasen ahí sus primeras etapas antes de ser adultos y salir a altamar.
Su importancia, además, va mucho más allá de sus servicios ambientales: hay miles de personas en México que viven directamente adentro del manglar. Se trata de un centenar de comunidades que son sus guardianes, sus principales vigilantes y sus mejores conocedores.
Por todo esto, defender el mangle debe de ser una prioridad.