
Hoy el hemisferio norte vive su día más largo y su noche más corta, porque el 21 junio es el solsticio de verano. Es un día en que muchos agradecen al sol el verano que comienza y que nos da a todos para pensar en las energías que nos deja el astro al centro de nuestro sistema planetario, sobre todo porque en México la fotovoltaica es la fuente de energía que más está creciendo, según reportes de la Secretaría de Energía.
La generación de energía solar tiene la enorme ventaja de que no genera residuos peligrosos, no contamina y no produce emisiones de gases de efecto invernadero. Esto, sin embargo, es cierto solamente respecto del proceso mismo de transformar la energía que se obtiene de los rayos solares en electricidad. La producción de paneles solares, de baterías y de cables sí tiene impactos ambientales importantes que se deben tomar en cuenta a la hora de considerar inversiones en este tipo de energía.
Por otra parte, no toda la energía solar se aprovecha de la misma manera. En algunos casos quienes usan la luz del sol para sus necesidades energéticas son pequeños hogares con unos pocos paneles en patios, techos o terrenos cercanos. En otros, sin embargo, se trata de grandes operaciones de muchas hectáreas, en lo que se conoce como “parques solares” o “parques fotovoltaicos”. Estos, por el calor acumulado, por la luz que reflejan, porque hay que liberar el espacio que ocuparán, pueden tener impactos ambientales muy serios. Además, se ha documentado en muchas ocasiones que la instalación de estos parques se hace a costa de las comunidades locales y a fuerza de despojos y represión.
Esto no quiere decir que haya que descartar esta fuente de energía. ¡Al contrario! Lo que quiere decir es que hay que tomar en cuenta el contexto social y ambiental, los impactos potenciales y el marco legal a la hora de impulsarla.
También hay que tomar en cuenta qué economía se quiere alimentar y con qué lógica. No hay manera de satisfacer una demanda infinita de energía como la que llegaría con economías que crecen sin parar. Más bien hay que abonar a la construcción de economías más justas, diversas, descentralizadas y que satisfagan nuestras necesidades reales. Para eso, la energía solar será importantísima, porque permite aprovechar el sol sin destruir la tierra.