Después de una década, la cumbre climática vuelve a América Latina: se celebra del 10 al 21 de noviembre  de este 2025 en plena Amazonía, en Belém do Pará, a donde los países llegan con el reto de que las promesas, al fin, se traduzcan en la implementación de las acciones. 

El CEMDA está presente para trabajar con aliados de todo el mundo en la lucha por la acción climática y en defensa del planeta. Congruentes con nuestra misión de defender nuestro patrimonio natural y los derechos humanos, acudimos a Brasil para empujar al gobierno mexicano a cumplir sus compromisos  internacionales de mitigación de gases de efecto invernadero, suscritos en el Acuerdo de París, así como aquellos relacionados con la protección de las personas defensoras ambientales, como el Acuerdo de Escazú.

Esperamos del gobierno mexicano metas ambiciosas de reducción de emisiones de gases de efecto invernadero, congruencia y eficacia en su implementación, así como acciones contundentes para hacer frente a la emergencia climática, con respeto irrestricto a la  biodiversidad y los derechos humanos. 

Lo que se espera de México

El gobierno de la presidenta Claudia Sheinbaum  ha buscado  presentarse como líder en materia climática y ambiental y ha puesto sobre la mesa algunos de los temas que llevará a la cumbre:

  • Repetirá la meta de que el 35 por ciento de la generación eléctrica será con energías renovables en 2030. Es la misma meta que se había establecido para 2024, pero ahora se espera que se la tome en serio.
  • Impulsará  el programa Sembrando Vida como proyecto de reforestación y captura de carbono. El gobierno de Sheinbaum se compromete a apoyar a 400 mil agricultores con una inversión de dos mil millones de dólares al año para reforestar cerca de un millón de hectáreas. A este respecto, persiste el riesgo de que la mala implementación de este programa no alcance estos objetivos y, por el contrario, genere incentivos perversos que agraven la deforestación.
  • Invertirá cerca de diez mil millones de dólares en trenes de carga y pasajeros. Además, ha dicho que se generarán normas ambientales más estrictas para los vehículos y se impulsará la movilidad sostenible. Al respecto, en CEMDA hemos manifestado nuestra preocupación sobre los impactos ambientales que ha generado la construcción del Tren Maya y las violaciones a la legislación ambiental en las que se incurrió para llevarlo a cabo.

 

La postura del CEMDA ante la COP

El CEMDA viaja a Brasil para seguir insistiendo en que México debe ser más ambicioso en sus compromisos, más transparente y honesto en sus anuncios y más congruente  en sus acciones. No sólo debe ofrecerse una Contribución Determinada a nivel Nacional (NDC, por sus siglas en inglés) con mayores metas de mitigación de gases de efecto invernadero, sino que deben tomarse acciones efectivas para llevarlas a cabo. Para ello, debe plantearse una ruta de acción clara, con presupuestos suficientes y capacidades institucionales adecuadas.

Seguiremos visibilizando los impactos negativos del gas fósil. El gobierno mexicano sigue promoviendo y planeando millonarias inversiones en torno a este combustible, por considerarlo una “fuente de transición”, sacrificando la salud de las personas que viven cerca de infraestructura de petróleo y gas. Ello, además, sabotea los propios compromisos climáticos de México, porque este gas contiene altas concentraciones de metano, uno de los principales responsables del calentamiento del planeta. 

Insistiremos en que el Estado mexicano debe implementar en la legislación nacional el Acuerdo de Escazú, respetar  los derechos humanos y castigar  a quienes atacan a las personas defensoras ambientales.

 

Una cumbre crucial…

Esta cumbre debería ver un aumento en la ambición de las NDC que han presentado los países desde la firma del Acuerdo de París, hace diez años. Se trata de los compromisos que cada nación ha asumido y que deberían ser cada vez más ambiciosos. En Belém debería no solamente decirse cómo se cumplirá lo que hasta ahora ha faltado, sino también qué más hará cada país para conseguir que la atmósfera no se caliente más de 1.5 grados centígrados.

El enfoque, por tanto, no estará en esta ocasión en la negociación de estas metas, sino en la implementación de las mismas y en detonar un esfuerzo colectivo —“mutirão global” lo llamó el presidente de la COP30, André Corrêa do Lago— para evitar un desastre climático. En línea con eso, y con el hecho de que la COP30 se celebra en plena riviera del Amazonas, una de las propuestas es la creación de un fondo forestal tropical con 25 mil millones de dólares de los países desarrollados, además de que se buscará atraer capital privado a la conservación de selvas y ecosistemas forestales de los trópicos.

Además, ésta habrá sido la cumbre climática con la mayor presencia de pueblos indígenas —acudirán unos tres mil representantes de pueblos originarios de Brasil y otros países—. Se espera que esto dé fuerza a la imposición de salvaguardas sociales, al financiamiento a estas comunidades para la conservación y a la inclusión de la defensa de la diversidad cultural en las NDC .

 

… con mucho que demostrar

Las críticas a la COP30 y al esquema mismo de las cumbres han ido en aumento desde hace ya varios años. Por eso y por tantos costos financieros, sociales y ambientales, la COP30 tiene mucho que demostrar.

Estos eventos llevan a las ciudades donde se celebran a decenas de miles de personas, y aunque el área metropolitana de Belém tiene algo más de dos millones de personas, no tiene la infraestructura necesaria para albergar a tantos visitantes en un tiempo tan corto. Para corregir esta situación, además, se han emprendido nuevas construcciones que se han hecho en muchos casos a costa de las selvas de la región. Por si esto fuera poco, la simple promesa de la llegada de los visitantes climáticos ha desatado  una desorbitada escalada de precios que está haciendo muy complejo el que este evento cumpla su objetivo de ser “la cumbre de los pueblos indígenas.”

Entregar resultados que hagan que estos sacrificios valgan  la pena no será fácil. La volatilidad económica mundial, el rol negacionista del actual gobierno de Estados Unidos  y las diversas tensiones geopolíticas —en la Franja de Gaza y en Ucrania, por ejemplo— enrarecen el ambiente. Si de por sí el sistema de negociaciones multilaterales ha perdido eficacia y ha sido muy cuestionado por sus altos costos y sus magros resultados, un nuevo fracaso en otra cumbre asestaría un duro golpe a la diplomacia global y a los esfuerzos concertados de mitigación, o al menos a la lógica que han seguido hasta ahora.

Para combatir el cambio climático hacen falta acciones a todos los niveles y compromisos de todas las partes. Urge que los gobiernos de los países se tomen en serio el sufrimiento que las tragedias climáticas ocasionan a sus ciudadanos, el daño que hacen a las demás especies con las que compartimos la tierra y las posibilidades de solucionar una crisis que ya merma nuestras economías y lastima a millones de personas.

En el CEMDA estaremos ahí para hacer nuestra parte. Esperamos del gobierno mexicano que esté a la altura de lo que la ocasión requiere. 

 

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