Celebremos a las ballenas guardando silencio

 

Hoy se celebra el Día mundial de las ballenas, y en el CEMDA queremos llamar a todos a celebrarlo defendiendo el silencio. Los cetáceos son animales del canto y del ritmo: se comunican entre sí y se ubican en el mar emitiendo sonidos —largas notas o clicks muy rápidos— que pueden viajar enormes distancias. El ruido con el que llenamos los mares, sin embargo, les hace muy difícil escucharse y el mundo se les vuelve más agreste, poniéndolas en peligro.

Los delfines y las ballenas dentados —los odontocetos— lanzan al mar sonidos de alta frecuencia y muy rápidos que rebotan en su entorno y en otros animales y les permiten formarse un mapa en tres dimensiones de qué hay a su alrededor y de dónde hay presas potenciales. Además de eso, los individuos tienen sus propios sonidos, algo parecido a la voz, con su timbre y su color.

Los cetáceos que no tienen dientes, sino barbas y otros mecanismos para comer y filtrar, por su parte, más que lanzar esos clicks parecen cantar o hablarse con largas notas o gritos, algunos muy bajos en tono y otros muy altos, dependiendo de la especie. Ellas también desarrollan su propia voz y hay patrones que son comunes a una familia o a un grupo.

Además de esto, todos los cetáceos parecen tener lo que, por usar una comparación con lo humano, son similares a las variantes dialectales: usan matices en los cantos y clicks que son comunes sólo a ellos y que otros grupos no comparten —y hay indicadores de que ni siquiera lo entienden—.

Por todo esto, y al igual que nosotros, los humanos, el ruido las amenaza y les hace la vida muy difícil. El aumento de la cantidad de barcos que circulan por el mar y de lo ruidosos que son hace que a los cetáceos les sea mucho más difícil ubicarse en el mar, lo que lleva a que queden varados en la costa; les lastima los oídos, lo que les impide comer y hallarse; hace que sus cantos se oigan menos, dificultando su reproducción y convivencia.

Lo mismo ballenas que seres humanos necesitamos que el mundo deje de ser tan ruidoso. Bajo el mar y sobre la tierra necesitamos darle lugar al silencio, a los periodos de calma. Si ya se ha encontrado que el ruido de las ciudades entorpece nuestro aprendizaje y nuestra memoria, para estos mamíferos marinos las consecuencias del ruidajal que lanzamos al mar son terribles.