
¡El mundo celebra hoy a las reservas de la biosfera y nosotros con él! Se trata de un tipo de área natural protegida (ANP) que sirve para potenciar las relaciones positivas entre las personas y la naturaleza. Se las pensó como un laboratorio para otro mundo posible en el que la conservación fuera el motor que ayudara a combatir la pobreza, y la presencia de la gente junto a la biodiversidad fuera la garantía de su buena salud.
Las reservas de la biosfera se plantearon por primera vez en el seno de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura en 1971 y para celebrar su primer medio siglo de existencia se decretó en 2021 que el 3 de noviembre sería el Día internacional de las reservas de la biosfera. Se trata de una ocasión para conmemorar un trabajo que fue en gran medida mexicano —los biólogos Gonzalo Halffter y Arturo Gómez Pompa estuvieron entre los principales impulsores de esta modalidad de conservación— y para llamar a redoblar los esfuerzos para proteger a la biodiversidad.
Más de la mitad de las áreas naturales protegidas de México son reservas de la biosfera. Del total de 63 millones de hectáreas comprendidas bajo esta modalidad, casi 44 millones de hectáreas son marinas, unos 13 millones están entre el mar y la tierra y el resto son enteramente terrestres. Las primeras que se decretaron, en los años 1970, estuvieron en Durango —La Michilía y Mapimí— y en Chiapas, en Montes Azules.
Hoy el gran desafío que tenemos es doble. Por un lado, aunque las áreas naturales protegidas no son las únicas formas de conservar la biodiversidad —el manejo comunitario de los recursos naturales y la agricultura, la ganadería y la pesca comunitarias y regenerativas tienen mucho que aportar—, y aunque las reservas de la biósfera no son la única modalidad de ANP, sí quedan todavía muchos ecosistemas que estarían en mejores condiciones si se decretara una reserva que los protegiera. Es el caso, por ejemplo, del semidesierto potosino, o de parte importante del mesófilo oaxaqueño.
Por otra parte, la Comisión Nacional de Áreas Naturales Protegidas ha visto a sus recursos disminuir año con año en la última década. El gobierno federal ha destinado en 2025 apenas mil millones de pesos a esa dependencia —menos de lo que la Ciudad de México destina a su suelo de conservación—. Así las cosas, es imposible que los decretos de reservas se cumplan y respeten.
Celebrar las reservas de la biosfera debería traducirse en tomarlas en serio, en defenderlas y en invertir en ellas. La sociedad y las organizaciones no gubernamentales lo hemos exigido desde hace ya muchas décadas.