No hay formas de minería sustentable. Todas tienen un impacto terrible sobre el planeta, sea porque los químicos que se usan para separar los minerales se cuelan a los ríos, porque los agujeros destruyen las montañas, porque agotan los mantos freáticos de alrededor. La peor de todas, sin embargo, es la minería a cielo abierto, y hoy se celebra el día mundial en su contra.
La minería a cielo abierto consiste en remover todo lo que hay en la superficie de un terreno para aprovechar los minerales que hay debajo de ellos. Con maquinaria enorme y muy poderosa va abriéndose un enorme hoyo en la tierra, y donde antes había vida ahora queda el vacío, la destrucción y los minerales por extraer.
En el proceso hay comunidades que son despojadas de su territorio, de sus referentes, de sus posibilidades a futuro. Donde veían una montaña ahora no hay más que polvo; donde había un paisaje que ellos poblaban o habitaban no quedan más que ausencias, y donde ellos tenían un futuro por los servicios ambientales y los recursos naturales que podían aprovechar, ahora queda el despojo para beneficio de los grandes capitales.
Por esto, entre otras razones, la minería es uno de los sectores que más agresiones registraron contra defensores del planeta y del territorio durante 2024. Nuestro más reciente Informe sobre la situación de las personas y comunidades defensoras de los derechos humanos ambientales en México indica que el minero es, además, el sector más letal: once personas perdieron la vida por tratar de frenar la extracción de minerales en sus territorios el año pasado.
En los últimos años se han registrado importantes avances. La última reforma a la Ley minera le quitó —por fin— el carácter de actividad económica preferente, que tenía prioridad sobre la conservación o el desarrollo comunitario, además de que registró tímidos avances en cuanto al reparto de beneficios para las comunidades.
El hecho, sin embargo, es que mientras la impunidad siga siendo la norma para los crímenes contra las personas defensoras y mientras las mineras puedan seguir destruyendo el planeta con la complicidad de los gobiernos, no tendremos un futuro seguro. Por eso es tan urgente fortalecer la economía circular, reorientar nuestra matriz productiva para que dependa menos de esos minerales, y fortalecer la defensa de los derechos de personas y comunidades.
