México es tan diverso que en sus bosques y selvas están los centros de distribución y diversidad de un montón de géneros de plantas, como los pinos o los encinos. Ninguna especie, sin embargo, simboliza tanto al país como las cactáceas, que hoy celebran su día: prácticamente la mitad de las especies de cactáceas del mundo se encuentran en nuestro país, y el 80 por ciento de ellas no crece más que en el territorio nacional.
De las mil 400 que hay en el mundo, la Comisión Nacional para el Conocimiento y Uso de la Biodiversidad contabiliza 669 en México. Son plantas que van desde las pitayas que crecen colgadas de los árboles en la península de Yucatán hasta los grandes saguaros que crecen en los desiertos de Sonora.
Estas especies brindan servicios ambientales muy importantes. En forma muy notable, son hábitat para miles de animales que se refugian en ellos y a su sombra. Sus flores, además dan alimento a aves, insectos y murciélagos. Son también un repositorio de agua para todos los habitantes del desierto, que se refrescan con ellos en tiempos de secas.
Entre la presión agropecuaria, la expansión de las ciudades, su consumo para la cocina y otras actividades, sin embargo, muchas de las cactáceas mexicanas están en peligro de extinción. Hay 255 especies y variedades que están ya incluidas en la norma oficial mexicana que enlista las especies en peligro, y la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza incluye 65 de ellas en su Lista roja.
Impedir su contrabando, conservar su hábitat, impulsar su restauración es restablecer uno de los pilares del país, uno de los símbolos más fuertes de la patria. Después de todo, sin cactáceas el águila del escudo nacional no tendría dónde sostenerse.